Voces desalojadas: los relatos de una víctima del conflicto colombiano

Publicado el 17 mayo,2024 Por: Editor

Un campesino colombiano se mudó a la ciudad tras el abandono forzado de sus tierras a causa de los grupos armados. 

Por Geraldine Herrera y Ornella Bejarano, estudiantes del semillero Unimedios USC, Colombia.

En las montañas de Colombia, donde la belleza natural se entrelaza con la sombra de un conflicto armado que ha perdurado por décadas, reside la historia de Hernes Ley Herrera, un hombre de raíces profundas en esas tierras, donde el café florece y los ríos serpentean entre los valles.  

Hernes Ley se apresta a ensillar en caballo que lo llevará a su lote, ubicado a tres horas de este resguardo indígena, en la vereda Los Alpes. 
Foto: cortesía

Herrera vivía en un pequeño pueblo que por decenios había sido testigo de innumerables enfrentamientos entre grupos armados y el ejército. A pesar de las amenazas y la violencia que se cernían sobre su hogar, Herrera se aferraba a su tierra con valentía. Durante años, defendió su finca, donde cultivaba café y lulo, con la esperanza de preservar la herencia de su familia. “Estuve viviendo una vida de citadino y campesino, en Dagua (Valle del Cauca, departamento de Colombia); en este municipio había enfrentamientos entre paramilitares (organizaciones civiles que no forman parte de manera formal de las fuerzas militares de un Estado) y la guerrilla (grupo armado irregular)”, comenta.  

Sin embargo, un día sombrío, a comienzos del siglo XXI, su vida se vio trastornada por el conflicto armado que asolaba la región, pues la violencia alcanzó su punto álgido. Herrera se vio obligado a tomar una decisión desgarradora: abandonar las tierras que habían sido su vida y refugio durante generaciones. “Llegando a los Alpes (localidad del municipio de Dagua) nos interceptaron el carro, un muchacho ‘mono’ (rubio) vestido de camuflado me dijo que no me preocupara y me preguntó que si iba para la finca, estaba con un grupo de 6 hombres. Me dijeron que siguiera. Cuando subí a pagarle a los trabajadores, me encontré a casi 200 guerrilleros pidiéndome que por favor los acompañara. Trataban mal al campesinado y nos dijeron que ese era el costo que había que pagar por la guerra”, agrega Herrera.  

Al llegar a su finca, de inmediato visita el campo donde pastan sus reses. 
Foto: cortesía

Son las diez de la noche, pero Herrera no se siente cansado y quiere continuar con su relato; más bien, se nota nostálgico y retoma la narración tras una pausa. “Comencé a tener temores por mi familia, ya las amenazas crecieron; me decían que tenía que colaborarles y ayudar con ‘la causa’, pidiendo cantidades de dinero. Nos quitaron los celulares y todos los equipos mientras amenazaban a las personas y secuestraban a algunas”. 

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Los días siguientes fueron de mucha zozobra, hasta que tomó una decisión radical: “Me tocó no volver, tuve que abandonar mis tierras con todo; bestias, ganado y cultivo”. Con lágrimas en los ojos, él y su familia emprendieron un doloroso viaje lejos de su hogar buscando un lugar a dónde pertenecer. Encontraron refugio en una ciudad distante, que les ofrecía seguridad, pero también un futuro incierto.  

“Cuando don Hernes y su familia tuvieron que partir perdí mi trabajo. Eran una familia que nos ayudaron por mucho tiempo”, relató Juan Carlos Rengifo, quien se encargaba de tareas relacionadas con el cultivo de café.  

Mientras la finca estaba abandonada, Herrera procuraba mantenerse al tanto de lo que sucedía con ella. Con frecuencia se acercaba al casco urbano de Dagua e indagaba con conocidos sobre la suerte de su tierra. Para su fortuna, nunca fue invadida y eso lo llevó a pensar que algún día podría recuperarla. 

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A pesar de la adversidad, Hernes Ley se mantuvo fuerte. En la ciudad de Cali, Colombia, él y su familia comenzaron de nuevo y trabajaron arduamente para reconstruir sus vidas, “después de abandonar las tierras, en la ciudad, empezamos una vida nueva en donde estudiando y trabajando logramos salir adelante como profesionales, obviamente con mucho dolor al tener que irnos de un lugar que considerábamos hogar. Con el tiempo pude estudiar para ser docente y me pude posicionar en mi labor”, explica su esposa, Nubia Castrillón.  

Al referirse a sus estudios, se le nota el orgullo que siente: “Gracias a Dios, hoy en día soy un administrador de empresas con dos especializaciones. Es muy duro volver a empezar de cero”, señala. 

Las autoridades vigilan la zona, pues aún hay focos de grupos armados ilegales. En la foto, un contingente del ejército saluda a Herrera.  
Foto: cortesía

Aunque ya estaba acomodado en la ciudad, no perdía la esperanza de retornar a su terruño. Esta posibilidad se dio en el 2012, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, cuando sancionó la ley 1448 de restitución de tierras, que había aprobado el congreso.  Pero tuvieron que pasar cinco años más: “hasta el 2017 pude tener esperanza de recuperarlas. En la actualidad, gracias a esta ley recuperé lo que me pertenecía”, explica Herrera.  

Ahora, combina las tareas urbanas con la vida en el campo. Ya está pensionado, pero su familia no quiere retornar a la finca; por eso, todos los fines de semana viaja hasta allá, para sentirse de nuevo en su ambiente.  

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La historia de Hernes Ley Herrera es solo una de las miles de historias de colombianos que se vieron forzados a abandonar sus tierras debido al conflicto armado. Aunque su vida cambió drásticamente, él sigue luchando por un futuro mejor para su familia y la esperanza de que un día, las montañas de Colombia vuelvan a ser un lugar de paz y prosperidad. Su historia es un recordatorio de la resistencia y la determinación del pueblo colombiano en medio de la adversidad. 

Publicado el 17 mayo,2024 Por: Editor

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