Tras los muros: El cielo encerrado

Publicado el 18 mayo,2024 Por: Editor

Al sur de Cali, lejos de las calles bulliciosas y los murmullos de la ciudad, se alza un bastión de esperanza y transformación: el Centro de Formación Juvenil Valle del Lili.

Por Nathalia Ramírez e Isabela Quiguanás, estudiantes del semillero Unimedios USC, Colombia.

Este recinto, conocido antes como correccional de menores, es mucho más que una institución de castigo; es un refugio donde se teje una red de oportunidades para jóvenes en busca de una segunda oportunidad. 

Atravesar los imponentes portones de este centro es adentrarse en un mundo de contrastes. Por un lado, la aparente frialdad de las rejas y los muros altos nos recuerdan la realidad de aquellos que aquí cumplen una sanción impuesta por la sociedad. Pero el verdadero corazón de este lugar late en sus aulas y talleres, como los de arte, música, panadería, marroquinería, carpintería y el de comunicación, que está a cargo de los estudiantes de quinto semestre que cursan esta carrera en la Universidad Santiago de Cali.  

Maicol Bernal uno de los educadores responsable del taller textil y el encargado de hacer la inducción a los estudiantes de la universidad. Nos advirtió sobre lo que no podríamos hacer dentro de las instalaciones: “tengan muy en cuenta el trato que les dan, a esto me refiero con estar al margen de las conversaciones de sus vidas privadas, no compartan sus datos personales y si les preguntan, miéntanles, porque nosotros solo los podemos vigilar aquí; si los buscan afuera será bajo su propio riesgo”. 

Los jóvenes del Centro Valle del Lili participan en talleres de educación, como parte de su proceso de reinserción social. 
Foto: Tomada por Nathalia Ramírez e Isabela Quiguanás, estudiantes del semillero Unimedios USC, Colombia.

Sobre este asunto explicó que si les dábamos datos personales era bajo nuestra propia responsabilidad, ya que los jóvenes podrían buscarnos. También hizo énfasis en la confianza que les podríamos dar: “ellos son muy amigueros y muy chéveres, pero recuerden en el lugar en el que están, no sean muy confianzudos ni se excedan al empatizar con ellos, deben ser totalmente profesionales”. 

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Eso sí, aseguró que los adolescentes son muy respetuosos con las mujeres, pero, aun así, recomendó no estar a solas con ellos en espacios distintos a los asignados.   

Restablecimiento de derechos 

Como parte del compromiso institucional para que los jóvenes puedan reinsertarse verdaderamente a la sociedad, mientras están privados de libertad pueden continuar con sus estudios, según el nivel académico y sus conocimientos previos al ingresar al Centro de Formación. Así, podrán incluso finalizar el bachillerato y comenzar estudios universitarios. 

Además, al cumplir la sanción, en sus antecedentes no figurará que estuvieron inmersos en algún hecho delincuencial. 

Sin embargo, la mayoría no se atreve a iniciar una carrera profesional o técnica; la profesora Marisol Jordán explica que “a los jóvenes se les da la oportunidad de estudiar en la universidad mientras cumplen su tiempo establecido. Pero deben ir a estudiar en compañía de un policía, y por esta misma razón a ellos les da pena ir, ya que sienten que pueden ser señalados y juzgados”. 

En cada taller en los que participan se ofrece una oportunidad de redención a través del conocimiento. Desde el arte hasta la marroquinería, los jóvenes pueden adquirir habilidades prácticas que les abrirán un futuro más prometedor. Los educadores, con su dedicación y paciencia, no solo imparten conocimientos, sino que también siembran semillas de esperanza en el alma de aquellos que alguna vez se sintieron perdidos. 

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El día a día de los jóvenes 

Andrés y Jampol, ambos de 16 años, están en el Valle del Lili, barrio al sur de Cali, Colombia, por porte ilegal de armas. La sanción de 18 meses que recibieron tiene como objetivo que piensen en sus acciones y se rehabiliten adentro. En el caso de Andrés, que ha tenido un historial de buen comportamiento en el Centro de Formación, se anticipó su salida a finales del mes de abril. 

Fomentando su desarrollo integral, los jóvenes participan en actividades educativas, lúdicas y recreativas, en compañía de los estudiantes de la Universidad Santiago de Cali.
Foto: Tomada por Nathalia Ramírez e Isabela Quiguanás, estudiantes del semillero Unimedios USC, Colombia.

Andrés cuenta que participó en diferentes talleres y actividades. Una de sus actividades fue hacer parte de la banda musical, que toca ritmos del Pacífico y salsa caleña con los instrumentos del Pacifico colombiano. “Yo toco el timbal y la marimba, me gusta por el sonido y con la banda tocamos en eventos importantes para el Centro de Formación”.  

Ahora, con la profesora Marisol y sus estudiantes está participando en los talleres y aprendiendo a hacer un uso adecuado del lenguaje para la creación de un podcast. Con los estudiantes de comunicación pudo tomarse la sesión de una manera más dinámica y cómoda, y soltarse más, para integrarse al formato sonoro, en compañía de Víctor, Jampol y Teófilo, sus compañeros en el Centro de Formación.  

Bajo la protección del ICBF, los jóvenes cuentan con ventajas que les brinda la ONG Crecer en Familia, entidad operadora de la institución, como lo son equipos de entretenimiento, plataformas digitales y juegos de mesa.  

Además, reciben una alimentación balanceada, estipulada por nutricionistas, que cuenta con un menú por cada día de la semana y una minuta para fechas especiales. Aunque cualquier persona que escuche acerca de estas comodidades podría creer que es un sueño, los jóvenes piensan todo lo contrario: “Puede que este sitio tenga todo para entretenerse, pero sin salir es como estar en un cielo encerrado”, se quejó Víctor, otro joven que participa en los talleres de comunicación. 

Si se trata del menú, la mayoría muestra su desagrado frente a estas comidas, ya que se repiten constantemente y no son tan apetecidas: “no me gusta la preparación del pesqueque (pescado) que hacen acá, sabe muy insípido, pero si lo hiciera mi mamá no quedaría así y me lo podría comer todos los días”, reclama el joven Teófilo. 

Aunque las cocineras del centro se esmeren por darles lo mejor, las limitaciones del plan nutricional y el hecho de que los gustos locales de los jóvenes sean muy variados –hay que recordar que allí se concentran adolescentes de ciudades y campos, de la zona pacífica y de las cordilleras- hace imposible darle gusto a todos. 

Para las actividades hay una zona verde, limitada de esquina a esquina por arcos de fútbol, en la que los jóvenes juegan y tienen torneos. El equipo del centro de formación ha viajado a Bogotá representando a Cali, convirtiéndose en una oportunidad para que los jóvenes sean fichados por equipos oficiales y demuestren su talento. Uno de los reclutados fue Teófilo, que a principios del taller de Comunicación estuvo ausente, porque se encontraba en Bogotá jugando en un torneo. A pesar de que tiene una bala incrustada en la columna, que no se pudo extraer por el riesgo que representa para su salud, siente incomodidad, pero juega con gran carisma y dedicación

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Detrás de cada sonrisa y cada logro, se esconden historias de dolor y dificultad. Muchos de estos jóvenes han experimentado la adversidad desde una edad temprana, enfrentando la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades. El Centro de Formación Juvenil Valle del Lili no pretende ignorar estas realidades, y les ofrece un camino hacia la rehabilitación y la reinserción social. 

En este viaje tras los muros de la correccional de adolescentes, queda claro que el verdadero desafío no radica en las barreras físicas, sino en las barreras mentales y emocionales que impiden a estos jóvenes alcanzar su pleno potencial. Es un recordatorio de que, aunque el camino hacia la redención puede ser arduo y lleno de obstáculos, siempre hay una luz al final del túnel, una oportunidad de transformación y renacimiento. 

Mientras el sol se pone sobre el horizonte de Cali, el Centro de Desarrollo Juvenil Valle del Lili sigue en pie, desafiando estigmas y brindando esperanza a aquellos que más lo necesitan. En sus muros se escriben historias de resiliencia y superación, recordándonos que, incluso en los lugares más inesperados, florecen las semillas del cambio y la esperanza. 

Publicado el 18 mayo,2024 Por: Editor

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