Las manías de Fonseca

Publicado el 13 octubre,2015 Por: admin

Por Mauricio Suárez y Margarita Solano

Fotogafía de Rodrigo Baires

Necesita una rutina como el futbolista unos buenos tenis en el campo de batalla. La de Fonseca comienza a las siete en punto de la mañana cuando se levanta de la cama, acaricia el primer sorbo de café y responde correos electrónicos entre las nueve y las once, ni un minuto más ni uno menos.

Antes de leer un texto, observa su caligrafía, si viene en otro tipo de letra que no es Times de 16 puntos, la modifica de manera mecánica como una madre al cambiar el cuarto pañal de su tercer hijo recién nacido.

Cuando era un pibe de siete u ocho años, Fonseca se aprendía en su natal Argentina diez palabras por semana, creía que se gastaban. De ahí que su escritura es un volcán en erupción de miles sílabas que dicen mucho o nada para cualquier mortal.

Editor, periodista, autor de varias obras de periodismo narrativo. Diego Fonseca levita entre la ficción y no ficción. Lo hizo con Crecer a golpes en el 2013, Sam no es mi tío de Alfaguara en el 2012, lo volvió hacer con su primer novela La vigilia el año pasado y con El azar y los héroes.

Varias novelas siguen atrapadas en su computadora personal, uno que otro cuento también. Los lee, avanza, mueve personajes, corrige, edita, en un acto de corrección  que bien podría llevar meses, años, décadas. “Hamsters me llevó 35 años” cuenta el autor mientras explica lo tardado que podría resultar bordar una buena historia.

Lee de todo. Ficción, no ficción, biografías, ensayos, perfiles. Lo hace en inglés, portugués, español. Le pagan por escribir aunque  “me encantaría que lo hicieran por leer” esboza una sonrisa.

Diego Fonseca es periodista y escritor. Profesor de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y papá de un niño de cinco años con quien se sienta a ver el fútbol mientras le explica quién porta la camiseta con el diez de la selección Argentina. Le gusta el soccer, la jardinería y hacer clínicas de edición donde un periodista asesina lo que creía su mejor obra.

¿Pero cuáles son los vicios de Fonseca a la hora de escribir?

—mmm definí vicios— Diego suelta una carcajada.

Más que vicios es una cuestión de rutina y organización. Necesito tener de cierta manera más o menos ordenado el espacio exterior para poder ordenar el espacio interior propio. Yo tengo un pequeño escritorio que siempre está limpio al centro pero que alrededor de él hay una especie de “u” invertida abierta hacia mí en el que tengo los libros que voy a leer a la izquierda y a la derecha están los libros que estoy leyendo y al fondo está todo aquello que tengo que usar: lapiceros, el desinfectante de manos, los kleenex para limpiar los anteojos, un pila de anotadores que estoy usando; en la esquina roja, ficción en la esquina negra no ficción; junto a mí a la derecha están los anteojos, no empiezo a escribir si no tengo a la derecha de mi computadora una taza de té o una taza de café caliente y un vaso de agua con hielo, necesito eso para poder ordenarme. Junto a mí siempre está un anotador grande de color amarillo en el que voy tomando notas generales y a lado de él un anotador mucho más chiquito en el que tomo notas particulares; es una cuestión de manía, pero la necesito, tener una ventana cerca para de vez en cuando distraerme y mirar un poquito, y prefiero no tener una puerta detrás mío porque no me gusta que me estén hociqueando. (risas)

Meses atrás en una de sus clínicas de edición en el Distrito Federal, Fonseca confiesa haber pedido varias veces cambiarse de habitación porque a la hora de sentarse a escribir, hay una puerta estorbándole detrás de su espalda.

¿Quién edita lo que escribe Diego Fonseca?

Cuando tengo textos largos o un libro lo comparto con cuatro colegas: un argentino, un peruano, un mexicano y un colombiano. Cada uno de ellos tiene una mirada distinta; uno hace una mirada más estructural, otro mira más en la estilística, el otro se basa más en lo factual y el otro mira más la narrativa. Como editor uno tiene que saber sacarse el sombrero porque también es autor y aceptar que hay un editor del otro lado, lo único que le pido al editor es que sepa defender sus ideales porque yo voy a defender las mías.

¿Qué características debe tener un buen reportero?

Disciplina, curiosidad, deseo por trascender, deseo de contar una gran historia que contribuya en algo, inteligencia, talento, tienes que escribir más o menos bien, saber poner sujeto, verbo y predicado.

¿Cuáles son los errores más comunes de los periodistas?

Una de las cosas que se repiten es el intento de abrir los textos por expectativa lo cual exige muchísimo; la cierta manía al recaer en el monólogo interior, como mecanismo de remplazo de reporteros; depender de una sola fuente para resolver mi historia.  Confundir el reporteo con un ejercicio de buena suerte y confundir la realidad del periodismo narrativo con la crónica. Otro gran vicio es mantener a el yo como protagonista permanente de la historia, he visto demasiados ejercicios retóricos, firuletes lingüísticos, juegos de artificio de oratoria para cubrir la absoluta ausencia del reporteo. Uno puede hacer narrativa sin hacer periodismo, pero no puede hacer periodismo narrativo sin hacer periodismo.

¿Quién es periodista?

El periodista es alguien que opera sobre un método y parte de ese método para contar cuales son los hechos, los constata y trabaja para que esa información tenga un valor social. No siempre lo que aparece a partir de un celular, no siempre lo que aparece en un blog, no siempre lo que aparece en un producto online, tiene un valor social. En una discusión ya más aplicada a géneros, demasiada gente cree que lo que hace es crónica, cuando no es más que un ejercicio neurótico de un relato del viaje en bus para llegar a su casa y el trabajo; hay quien cree que hace ensayos cuando no es más que un ejercicio de discurso personal y monologo interior, para tratar de resolver sus propias dudas existenciales. Desde mi punto de vista un periodista sigue siendo alguien que, a partir de cierto ejercicio metódico, básicamente escribe de un modo comprensible y tiene un impacto en la vida de la sociedad.

¿Crees qué se vaya a transformar la relación entre el oficio periodístico y la empresa periodística a raíz de la transformación digital de los medios?

Los medios tradicionales son grandes dinosaurios o elefantes con una capacidad de reacción relativamente anquilosada, mientras que los medios más jóvenes, son mucho más flexibles, mucho más horizontales, con la capacidad de abarcar múltiples temas en diversas ocasiones aunque por su puesto no tienen el respaldo financiero ni la infraestructura de los tradicionales. Quien crea que puede entrar a un medio, porque el medio me hace periodista y permanecer en él toda su vida, probablemente está cometiendo un error eso no va a pasar; lo que debería hacer todo periodista o todo aquel que intente comunicarse, es formarse y evaluar todas las posibilidades para poder ser cada vez más empleable a lo largo del tiempo; transformar su nombre a una marca, y transformar esa marca en un sinónimo, en un ejercicio del periodismo.

¿Qué es lo primero que toma en cuenta  para seleccionar una  historia como editor?

Cuando voy a seleccionar un texto aplico el criterio de que si en doscientas palabras no puedes venderme la historia evidentemente no sabes de qué estás hablando.  Si alguien ha hecho una historia, ha hecho pre reporteo, sabe cuál es su tesis, en doscientas palabras me la va poder contar. Mucha gente escribe diciendo que quiere publicar pero no mandan nada para leer y la gente sigue creyendo que para entrar en un medio se debe mandar un currículo como si fueran a entrar a trabajar a una empresa de cristales y calzado, realmente estás aplicando para un lugar donde te van a pagar escribiendo entonces en lugar de tu CV muéstrame qué escribes.

Publicado el 13 octubre,2015 Por: admin

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