Me enamoré de mi abusador.

Publicado el 6 abril,2021 Por: Editor

Por Lina Vanessa Bangueros.

Cali, Colombia. 

A sus nueve años, Leidy padecía de una enfermedad renal y tenía un soplo en el corazón. Tuvieron que intervenirla quirúrgicamente de urgencia pero había otro mal mayor. “A esa edad apenas era consciente de lo que pasaba, pero sí tengo en la memoria la primera vez que él me masturbó”, narra mirando al suelo. 

“Me resultó desagradable, le dije que no quería seguir, que estaba equivocado pero de todas formas pasaron muchos años más”, cuenta Leidy a más de una década de distancia.

Leidy fue víctima de una realidad que sigue siendo invisible en Colombia, el abuso sexual a menores. Así lo refleja el informe Ojos que no quieren ver de la asociación Save the Children, que señala que la mayor parte de los agresores de la infancia, son personas de su propio entorno. Figuras de referencia que se aprovechan del vínculo afectivo para ejercer su poder.

El agresor de Leidy era su padrastro. La complicidad del vínculo afectivo la hacía pensar que se trataba de una relación especial donde un juego entre “tú y yo” era parte de esa cercanía. Pero en realidad, a la niña le estaban haciendo un daño físico y sicológico disfrazado de cuidados.

“Fue algo devastador para mi vida. Él era para mí una especie de héroe, alguien a quien amar, un referente en todos los sentidos. Yo le quería y el contacto físico con él me era excitante y repulsivo. Comencé a sentir un fuerte sentimiento de enamoramiento, sabía que era el marido de mi mamá y que eso me impedía estar con él”, cuenta Leidy sin tapujos.

Una tarde, cuando la mamá de Leidy entró a su recámara, lo entendió todo. A partir de ese momento, la mamá cortó de tajo su relación con el agresor de su hija pero jamás se imaginó que la niña le suplicara que no fuera a interponer ninguna denuncia contra él. La mujer comenzó a pensar que el daño causado a su hija era profundo. Madre e hija hicieron maletas en Pradera, Valle del Cauca y se mudaron a Cali con su hermanito mejor, hijo de la mamá de Leidy y su verdugo. 

La mayoría de denuncias de abuso sexual a menores de edad, quedan en saco roto. Así lo documenta Ojos que no quieren ver, en su informe publicado el 31 Julio de 2018.

Según un informe arrojado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF en el 2018, entre enero y agosto de ese mismo año, la violencia más frecuente contra las niñas fue el abuso sexual, con 7.884 casos. Las menores de edad entre los 12 y 17 años son las mayores víctimas con el 54%. Les siguen las niñas de 6 a 12 años, que representan el 32%, y de cero a cinco años, con el 14% . 

Para el 2019, según un anuncio publicado en Alianza por la niñez, en el primer semestre del año ya se reportaban 10 mil 934 casos de abuso sexual a menores, lo cual quiere decir que al finalizar el año, las cifras ya eran muy superiores al año inmediatamente anterior. 

Nueve de diez abusadores sexuales como el padrastro de Leidy, son reconocidos como pedófilos; personas que buscan excitación o placer a través de actividades sexuales con menores de edad. Así lo referencia el Instituto Colombiano del Bienestar Familiar (ICBF) quien además reconoce el miedo que le ocasiona a las víctimas infantiles hablar del tema.

En el 2017, la institución reflejó en un informe que el abuso sexual iba más allá del contacto físico e incluía otro tipo de manifestaciones que perjudican psicológicamente a a los menores de edad en lo que respecta a temperamento y personalidad.

Por su parte, el diario El País, documentó en febrero de este año que también hay agresiones que se producen fuera del círculo familiar, aunque en éste último el riesgo se multiplica. “El perfil mayoritario del agresor es un hombre, mayor de edad y cercano al niño: el 80,8% de los abusadores pertenece a su círculo”.

Por su parte, el presidente de Colombia Iván Duque, se mostró de acuerdo con castigar con cadena perpetua a quienes abusen sexualmente de niñas y niños. Así lo dejó claro en su intervención por cadena nacional del 4 de junio del 2019.

Hoy en día, Leidy es una mujer. Se congregó en la iglesia cristiana Misión Paz de las Naciones en Cali. Allí se bautizó, volvió a nacer, superó su pasado. Ahora utiliza su experiencia agridulce para inspirar a otras niñas y niños a reconocer cuándo son víctimas de acoso y cómo enfrentarlo. Sigue viviendo con su mamá y su hermano menor.

Publicado el 6 abril,2021 Por: Editor

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